1. Los Orígenes
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En este primer punto, abarcaremos los orígines de la denominación que le da nombre a la barriada.
Gerónimo García Carranque Hernández es dueño de una finca en la zona oeste de la Ciudad, donde tiene 4 hijos; Pedro, Sebastián, Diego Dionisio y José, este último heredaría la Finca Carranque, que lleva el apellido paterno del patriarca de la familia, ya que, "García" no es apellido es un nombre (compuesto) en su apelativo1.
D. Gerónimo García Carranque Hernández como otros descendientes, están enterrados en la Iglesia de los Santos Mártires de Málaga Capital, ya que, a mediados del siglo XVII era lugar de enterramiento de la familia García Carranque.
Según algunas referencias, es posible que estén enterrados en la antigua Capilla de los Dolores y Angustias o Capilla del Santísimo -hoy de Santa María Inmaculada-, donde eran enterrados los miembros de esta familia.
En 1768, esta Capilla junto a una talla de Nuestra Señora de los Dolores, también propia del marqués de Yebra (Un Bisnieto llegó a ser Marqués de Yebra, D. Gerónimo Francisco Carranque Mondragón), a propiedad de la Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y Angustias para que fuera puesta en el camarín y recibiera culto de los fieles.
Otras fuentes nos dicen que está enterrado en la Cripta de la Capilla del Santo Sepulcro y N. S. de la Soledad, ya que, en 1966 la Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad se traslada, por intervención del entonces párroco Ilmo. y Rvdmo. Mons. Rafael Jiménez Cárdenas, Prelado Doméstico de S. Santidad, a la capilla, que hasta entonces y desde los desastres del 31 había sido utilizada como lugar de almacén de sillas y trastos. Muy modificada en la actualidad posee cubierta con bóveda oval sobre pechinas y un lienzo representando la Trinidad, obra de Luis Bono (década de 1980), teniendo en su lado izquierdo, que coincide con el pequeño atrio de la puerta lateral, una vidriera realizada en Madrid en los años 60 del siglo XX2.
En cualquier caso, en la actualidad no se puede acceder, debido a las lamentables condiciones en la que se halla, motivadas por el saqueo a que fue sometido el templo en los años treinta, por las humedades, por las obras que ha habido que realizar por culpa de dichas humedades motivadas por cursos de agua subterránea3, ...
(1) Datos y textos recogidos de la web:
www.familiasdemalaga.hispagen.eu/GenealogiasdeMalagarelacionadas
(2) Datos y textos recogidos de la web: http://www.santosmartires.es/visita/evangelio.html
(3) Datos y textos recogidos de la web:
https://investigacionesprovincialesmalaguenas.blogspot.com/2018/10/jose-carranque-aranda.html
El trágico y sangriento destino de los hijos de Carranque, que dio nombre al barrio malagueño
Los herederos del que diera nombre al barrio, Jerónimo García Carranque protagonizaron en 1676 una trifulca a muerte durante una solemne celebración en la parroquia de Los Mártires. Esta es la historia.
La leyenda negra de la ciudad está plagada de crónicas sorprendentes sobre trifulcas, venganzas y luchas a muerte en lugares emblemáticos de la capital. Ocurrió, por ejemplo, con la historia de Sancha de Lara y la contundente venganza con la que respondió a la muerte de su sobrino y que incluso llegó a rebautizar su palacio (en la plaza del Obispo) como la Casa de las Siete Cabezas en el siglo XVII; o con el enfrentamiento a cuchilladas y tiros entre personajes ilustres de la ciudad con el Círculo Mercantil como escenario y que acabó, en 1905, con el asesinato del concejal Miguel Sánchez Pastor, hijo del que fuera alcalde de Málaga a finales del siglo XIX...
Pero en ese catálogo de historias para el recuerdo -o quizás historias para olvidar- existe un episodio poco documentado que tuvo lugar en el año 1676 (apenas unos años después de la venganza de Sancha de Lara) y cuyo rescate merece la pena, tanto por los protagonistas como por las circunstancias en que se produjo. El hecho de que éste sólo aparezca recogido en las crónicas y curiosidades sobre Málaga que firmó el abogado, escritor y periodista Narciso Díaz de Escovar (1860-1935) lo sitúa directamente en el capítulo de leyendas negras, pero todos y cada uno de los datos históricos que recogió el ilustre cronista de la provincia son ciertos y ocurrieron tal y como los describe.
En efecto, en uno de los títulos de su colección 'Curiosidades malagueñas', don Narciso dedica varias páginas (135-139) a lo que él mismo definió como «un sangriento drama, en el cual habían intervenido personas de la nobleza malagueña, pero la casualidad nos ha hecho encontrar nuevos datos que esclarecen el hecho y publican nombres y detalles (...)».
Ese «sangriento drama» tuvo lugar el 13 de febrero de 1676 en la parroquia de los Santos Mártires, fundada en el 1490 por los Reyes Católicos en honor de los Santos Ciriaco y Paula, cuyo martirio los convirtió en los patronos de la ciudad. Aquel día, la iglesia acogía un acto solemne «con el Santísimo Sacramento de manifiesto -relata Díaz de Escovar- y las naves ocupadas por un concurso numeroso». Aquella multitudinaria celebración se convirtió, sin embargo, en un baño de sangre. Aunque se desconoce si el origen de la trifulca estuvo en rencillas anteriores o en un asunto de faldas, en un momento del acto varios asistentes comenzaron a retarse con sus espadas y sus dagas. El alboroto paró en seco la música, sembró el pánico entre los devotos que trataban de protegerse entre los bancos y las sillas y provocó una avalancha hacia las puertas del templo.
Los protagonistas de la reyerta eran bien conocidos en la ciudad de entonces: a un lado, Pedro y Sebastián Carranque, hijos de Jerónimo (o Gerónimo, según algunos documentos históricos) García Carranque, miembro de una de las familias más antiguas de Toro (Zamora) que se trasladó a Málaga siendo joven y que puso el germen de lo que hoy se conoce como barrio de Carranque. Según la genealogía del profesor Juan Carlos González Ternero, Pedro Carranque era Caballero de la Orden de San Juan y párroco de Santa María, mientras que Sebastián era sargento mayor de la Real Armada.
Al otro lado de la riña, los también hermanos Luis y Francisco de Velázquez y Angulo, miembros de una conocida familia malagueña. El choque entre los cuatro hizo que otros conocidos que asistían al templo tomaran partido rápidamente por uno u otro bando, generándose en cuestión de minutos un baño de sangre que en ese momento provocó la muerte «traspasado el corazón por una certera estocada» de D. Luis Cristóbal de Alderete.
Lejos de apaciguarse, el tumulto fue a más hasta el punto de que el párroco de los Mártires fue al altar para tomar el Santísimo Sacramento en sus manos y volverse hacia ellos «dando voces para que miraran y respetaran». Pero la única respuesta que obtuvo fueron los golpes e incluso una herida en una mano. Sobre los heridos, muy numerosos, se habló durante días en la ciudad.
Aquel enfrentamiento tuvo una contestación inmediata por parte de las autoridades: el 14 de febrero, al día siguiente, era enterrado en la misma iglesia la víctima de aquella noche. Pero no sería la única. Cabe recordar que en aquella época los enterramientos se hacían en las propias parroquias y sus alrededores, hasta que los cementerios fueron sacados de la ciudad por el peligro de epidemias que provocaba esa convivencia insalubre entre vivos y muertos.
Una vez celebradas las honras fúnebres, que tuvieron lugar a puerta cerrada, llegó el momento del juicio a los apresados: en concreto a los hermanos Carranque y a otros participantes, porque los hermanos Velázquez Angulo habían logrado huir. El sumario de la causa fue asumido por un Alcalde de Corte y el 19 de octubre de ese año se hizo pública la sentencia: no hubo piedad para los descendientes de Carranque, condenados a ser «ahorcados y arrastrados», aunque tampoco para su padre, ya que éste fue condenado «a seis años de destierro, que debía sufrir a más de cinco leguas de Málaga». Las penas al resto de los que intervinieron en la reyerta se saldaron con azotes y condenas a galeras y a presidio.
Cumplida la sentencia, la ciudad comenzó a olvidar la historia, aunque quedaba una duda por resolver: ¿qué fue de los hermanos huídos, Luis y Francisco Velázquez y Angulo?
Seis años después de aquella jornada sangrienta, y según la crónica de Díaz de Escovar, Francisco fue entregado a las autoridades y apresado. Y su hermano Luis medió para que hubiera clemencia. En concreto lo hizo ante el «poderoso e influyente malagueño» don Antonio María Guerrero, ascendiente de los conocidos Condes de Buenavista, que quizás tuviera alguna influencia en la causa contra Francisco. Aquel encuentro tuvo lugar, curiosamente, en la iglesia de la Victoria, donde los Buenavista levantarían posteriormente su espectacular cripta, una de las joyas arquitectónicas del santuario. Pero no tuvo efecto y el sumario contra Francisco continuó. Las causas que mantuvieron, por contra, a su hermano Luis en libertad a pesar de haber sido uno de los instigadores del enfrentamiento en Los Mártires no quedan claras en los archivos -más teniendo en cuenta que los Carranque habían sido condenados a pena de horca-, pero el hecho es que en los libros de actas del Ayuntamiento se recoge que en 1700 ocupaba el cargo de regidor.
Consciente de que quizás no tendría escapatoria y que los intentos de clemencia de su hermano no habían tenido efecto, Francisco proyectó su fuga de la prisión. Lo hizo en 1685, metido en un cofre, aunque su huida acabaría no lejos de allí: sólo tuvo tiempo de refugiarse en la parroquia de los Mártires, el mismo lugar que había profanado nueve años antes. Allí, Francisco se acogió al llamado beneficio de asilo sagrado, que imposibilitaba a las autoridades entrar en el templo para apresarlo. Con los alguaciles rodeando la iglesia, el asedio duró tres meses hasta que el fugado vio que la única opción era la de marcharse de allí. En su escrito, Díaz de Escovar confirma que «hizo una tentativa de salir, pero tuvo la desgracia de ser visto por uno de los vigilantes, que le disparó un trabucazo» y que le hirió y le partió la pierna. De allí fue conducido a la cárcel cercana, en la vecina plaza de la Constitución, donde murió cuatro días después...
Su cadáver fue expuesto a los vecinos en la puerta de los Santos Mártires, donde fue enterrado. Se desconoce si su sepultura fue en el cementerio de la propia parroquia o en alguna de sus capillas; aunque sí es un hecho que Francisco tuvo que compartir el descanso eterno con sus enemigos, Pedro y Sebastián Carranque ya que la Iglesia de los Mártires era el lugar de enterramiento de la familia García Carranque. De hecho, los restos del patriarca, Jerónimo, y sus descendientes reposan aún hoy bajo la cripta de la capilla donde se veneraban las sagradas imágenes del Sepulcro, dando cuenta de la importancia de una familia que pese a este episodio negro en su genealogía puso los pilares del que siglos más tarde se convertiría en uno de los barrios más conocidos de la ciudad. Pero ésa ya es otra historia1.
(1) Datos y textos recogidos de la web:
Ana Pérez-Bryan Diario Sur